la pérdida, cuando no viene ligada a la muerte y no
tiene un carácter particular en razón de su radicalidad o irreversibilidad, sino que implica una separación
no mortal dejando abierta la esperanza al reencuentro.
la pérdida oculta en otras pérdidas ajenas a la mía, de diferente procedencia y vete tú a saber si físicas o idealizadas.
pues esa,
mi vida diaria.
la dificultad que me ciega y que me rompe para acatar la
realidad,
lo que supone unir pieza por pieza con gran gasto de tiempo y de energía,
mientras la pérdida (más que perdida ya) continua en mi cabeza.
los consejos,
las terapias y los tratamientos que ni yo me creo, y que asumo con tal grado de
responsabilidad que pareciera engañarme a mí misma en virtud de la persona que tengo
enfrente.
la pérdida
de ocho a dos y media, para ser más exactos.
de ocho a dos y media, para ser más exactos.
perderte
las dieciocho horas del día
y sobre todo las seis horas de la noche,
para ser más exacta.
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