21 de junio de 2015

en carne viva.

al final te quedas en Málaga. y yo arrastro los pies hasta Almería, para subir a un séptimo con terraza. lo que me espera se esconde en días que se acumulan y me entorpecen el viaje de ida y vuelta a mi trabajo. las tormentas de -hoy que ya es- verano rajándome la garganta en plena tormenta y la mirada huidiza que me guardo cada hora y me muerdo por no rabiar. mi esternón resquebrajado en cien mil fragmentos que antes protegía un corazón que vacío había sido llenado. y ahora en otra ciudad donde no hablan como nosotras, y prisas que se tropiezan por la calle con esta cara a las ocho de la mañana y a las siete de la tarde, y mareas de playas donde nunca nos hemos ahogado. que tu olor encuentre mi nariz buscándolo por toda mi cama al tiempo que esquivo los charcos y la rutina que me acompaña a donde quiera que vaya. que me duela es inevitable, pero es cierto que el sufrimiento es opcional, y no sabes cómo te echo de menos. el miedo de no saber si voy a encontrarte cuando vuelva la vista doscientos kilómetros atrás. que me ahoga la tristeza en el hueco entre la nariz y el ojo, donde el cielo y sus tormentas de verano están implícitas. que aparezco gris, que siempre duelo y a veces quemo. que te quedas en Málaga (que me dejas -en Almería-). arrastro mis rozaduras en carne viva chocándose con todas las esquinas, y las ojeras por la estación de autobuses y el aeropuerto, me recorro las autovías y carreteras, pero ya no estás en el cielo gris ni en el aire, ni me ha dado tiempo a guardar tu sabor bajo la lengua. Solo escondo tres palabras, que no sabré si podrán llegar hasta ti pero amor, gracias, tú
te quedas en Málaga, y me dejas -aquí-.

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