es cierto que bebimos algo más de la cuenta, y hablamos demasiado. pasábamos de un tema serio a otro que servía de transición entre mi boca y sus labios. pero al día siguiente parecía como si llevásemos siglos conociéndonos. me estampaba besos a quemarropa y yo no hacía otra cosa que reírme. a veces es importante no hablar de aquello importante. me costó unos días darme cuenta de que no hacía falta hacerlo. y mientras tanto nos recorríamos toda la ciudad, con historias colgadas en la espalda y juegos de preguntas sin respuestas.
y fue ahí cuando todo se volvió infinito y relajado.
y fue ahí cuando todo se volvió infinito y relajado.
y es que la mejor sensanción es
tener la sensación
de estar vivas
entre los dedos.
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