no quiero decirte que odio besarte la nariz cuando la tienes congelada, que detesto el contraste de temperatura entre tu mano y mi barriga, que estoy cansada del juego aquel de inventarnos un nuevo sentido porque ya el gusto y el tacto lo tenemos dominado, que me aburro en los atardeceres donde aparece un avión dibujando tu nombre en el aire.
y deja de mirarme así si ya sabes que estoy mintiendo.
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