veinte años con vida y acabo de caer que diciembre también es otoño vestido con camisetas, shorts y algún que otro chaquetón perdido. aunque he de reconocer, que puestos a elegir, prefiero cuando diciembre se calza de invierno y se esconde entre nuestras bufandas y abrigos. debajo de los jerseys y dentro de los bolsillos de mis pitillos vaqueros rotos. que anochezca antes de las seis y media. un chocolate caliente escondida entre tantas mantas, el sabor del frío, y el temblor que causa el arrepentimiento por no haber traído encima una prenda de más.
me gusta más diciembre cuando el café sabe a ti.
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