20 de noviembre de 2014

echando té.

el agua detrás de su espalda y mirando a otra parte como si la vida no fuese con ella. quizás no se aprecie bien, pero no sé a qué altura de su cabeza guardaba el equilibro de todos los domingos atravesados. a ella, que nunca le había gustado el sabor a menta, se le antojó un día comprar té para probarlo, pero la muy gilipollas como no sabía calcular bien las cantidades, acababa siempre echando té de menos en su taza, en su cama, en su. 
y mira, ahí está, 
como si la vida no fuese con ella. 

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