26 de septiembre de 2014

eres casi viento.

nos dejan elegir tantas cosas que a veces parece que podemos elegirnos la vida. surgen planes, y millones de razones y luego toda la mierda que le sigue detrás. y llega ese momento en que te desordenan por dentro. y ya te da igual el resto de cosas; la ropa, los atardeceres, el perchero que te hacía falta en tu cuarto, el felpudo de buenosdías de la entrada. ya no ves tan difícil eso de hablar y respirar al mismo tiempo. te rompen los esquemas que habías escrito en un folio sucio a medio hacer, y se te olvida la vida. te rindes. te dejas caer al vacío agarrada al vértigo que te dan las alturas. 
no. no han sido buenos días. hace dos horas que se ha puesto a diluviar. y a ella le habrán pillado a mitad de camino las tormentas. las gotas están cayendo furiosas contra la ventana. como si el cielo supiera las ganas que una tiene por romper. me gustaría sentarme a su lado y llorar juntas. tampoco debería de hablar en pasado, porque esto no ha hecho más que empezar. a estas horas ya debe estar en su destino. y ojalá yo dando la vuelta al mundo para abrazarle por la espalda y contarle que mis iris están grises y que yo también estoy tan perdida como ella. tan perdida como cuando me perdí al comienzo de todo el final. o incluso muchísimo más -probablemente-. pero no, hoy no sería buen día para hablar. así que mentiré. todo va de puta madre, en unos meses acaba mi aislamiento social y comienza una nueva etapa. le sigo mintiendo y ella me sonríe, sin hacerme preguntas. nunca hace preguntas, parece que evade la realidad detrás de sus dientes. sus ojos no me miran como antes lo hacían.
no es un buen día en este rincón de la ciudad. y fuera sigue lloviendo a océanos.

ella ha llegado y ahora es diferente.
ya no le oigo susurrar bajito.

eres casi viento.

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