11 de septiembre de 2014

la manía de pensarte no me deja dormir tranquila -y eso que me prometí no hacerlo-.
un día, no hace mucho, me corté con el cuchillo menos afilado que quedaba en el cajón, porque los demás estaban en remojo en el lavavajillas. eran las nueve de la mañana y no tenía a quién recurrir. me agarré a la silla nada más notar que me mareaba. y pasó el tiempo. no sabría calcular cuánto me pude quedar así, incorporada para evitar que el pánico fuese creciendo. y me vi con los picos de mis huesos arañando las baldosas. todo el frío calándome por la columna. me corté con el cuchillo menos afilado, 
y sí,
la manía de pensarte me dejó cicatriz.

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