6 de septiembre de 2013


de coral y sonriendo
le besaba la nariz. suave. esa chica se tiraba todas las noches coloreándole los lunares en su tripa. se comían por las calles. era blanco el pueblo, anaranjado cuando atardecía la playa del revés. quizás se encontraron contándose sus vidas en la orilla, haciendo castillos de arena. o en el arcén de una curva a oscuras. recuerdo que ese sitio tenía encanto, cuando lo visitaban. paseaban descalzas y de espaldas a la gente, una vez más. y ella le pidió una sudadera de entre las siete maletas que se llevó para dos días y medio. siempre hacía lo mismo. 'paporsi ocurría cualquier cosa' lo llamaba. yo las vi cómo subían las escaleras y se encerraban tras la puerta. consumieron el humo de la habitación y saldaron deudas con mordiscos.
la cama era demasiado estrecha. los vuelcos a los corazones demasiado anchos. y los revolcones del desayuno demasiado grandes.

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