25 de noviembre de 2012

gracias a ti por existir.


que las certezas dejan de serlo si empiezas a engañar. antes no me daban miedo las alturas. pero tú tampoco me dabas. hubiera bastado con ponerte en medio de la pista de despegue, vestida con un chaleco reflectante y gritando desmesuradamente que ya vale de tantas despedidas, que no soportas los aeropuertos, que te vienes o que me quedo. pero a lo mejor  no merecía la pena correr tras un avión. quizás demasiado rápido, y tú sin estar en forma. y, de pronto, dejé de verte. estabas a kilómetros de mí, sentada al otro lado del planeta. pero yo no estaba allí. nuestros besos estaban a mil metros de altura. no sabría decirte con exactitud cuánta fragilidad cabía entre tanta distancia.

y ahora todas esas nubes que nos separan no caben en mi cama. se amontonan en masa y me inundan el cuarto entero, conmigo dentro. nosotras éramos como rotar un globo terráqueo, de esos que tienen una bombilla dentro. éramos como darle vueltas hasta pararlo con un dedo y caer en cualquier otra parte que no fuera océano. y perdernos en lo verde. pero ahora me he quedado sola, señalando a lo azul del globo, con el dedo corazón. he pasado a ser una náufraga, navegando sobre esta cama, que ahora ya es sólo mía, en busca de algo a lo que me pueda agarrar, para evitar disolverme entre tanta agua salada. se me ha hundido el corazón. la marea me llega hasta la tráquea, y la corriente se ha llevado todas nuestras fotos. estoy vaciando mis arterias y rellenándolas de sal. y yo siempre había pensado que esperarte era como hacerme la muerta en el mar boca abajo. si abría los ojos veía peces, algas y alguna que otra medusa gigante. si los mantenía cerrados, sentía la espuma de las olas pasar por mi espalda. pero yo también sabía que algún día tendría que quedarme sin aire. era solo cuestión de tiempo. las heridas escuecen por las noches, y desde aquí solo vislumbro cómo cae el sol. sabes que yo siempre preferí los atardeceres, o al menos, siempre confié en que lo supieras.
antes de que todo esto empape y se cree una masa ilegible quiero dejar por escrito que no.
que no tendría ningún problema en reconocer que me ahogo por volver a verte. a lo mejor no te saludaría, sólo jugaría a esconderme detrás de ti, y observarte, como aquella vez en la tienda de accesorios y tonterías que tanto te gusta.
te vería a diez metros de distancia y juro que en ese preciso momento me desmenuzaría en billones de partículas insignificantes que la gente pisaría sin ningún reparo. y te prometo que mis añicos no se podrían unir, ni siquiera con el nudo más fuerte del mundo.
de otra cosa no, pero de eso, estoy más que segura.

a veces se cometen gilipolleces
y locuras por amor
pero las más complicadas de realizar
son aquellas que se cometen
para olvidarte.


un día me dijiste que sí, que hasta el fin de tus días.
debes estar anocheciéndote, porque es que no consigo entender esto.

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