8 de marzo de 2015

entonces yo suicida.

la mayoría de las personas solemos planear en lugar de volar, teniendo localizado el punto exacto donde pretendemos aterrizar. estamos encabezonaos en detallar cada paso que debemos seguir porque -eso que viene luego- nos da miedo. nos elegimos el pelo y su color, la ropa, la casa, el fondo de pantalla del iphone. a veces también tenemos la oportunidad de elegir personas, color de paredes, libros que leer, o un máster nuevo que dicen que tiene muchas salidas. y abusamos de ello (ojalá siempre en ecsexo), pero al menos así podemos salir de esa intranquilidad que produce el puto desconocimiento; que nada nos venga de golpe, estar prevenidos de antebrazo, a la espera sin un cigarro en la mano y sentados en la cocina (que también hemos elegido) de nuestra casa. y pasa que nos dejan elegir tantísimas cosas que al final acabamos creyendo que también podemos elegirnos la vida. y mira no.  porque detrás de todos los planes existen unos motivos, y circunstancias, y sentimientos, y luego ya toda esa mierda. y llega un día en que se desordenan tus días. y ahí ya sí que da igual la ropa, el fondo de pantalla o si llevas un moño o el pelo suelto. te encuentras en un lugar en el que no pensaste que podrías estar. y no necesitas emborracharte ni fumarte dos porros para que se te erice la piel. ya te cuesta más trabajo respirar que sentir. se rompen los planes y todo se desbarata, a tomar por culo. y tú te rindes.
de repente me encuentro en un puto avión a punto de tirarme sin paracaídas con el que planear. 
solo estoy yo 
arriba, 
con un nudo en la garganta 
el cuerpo temblando 
desde las pestañas hasta las entrañas. 
y distingo muy a duras penas el punto donde quiero tomar tierra. y entonces yo suicida me tiro desde la estratosfera. y ella me ve caer al vacío desde el sofá de su casa, mientras es domingo. y pienso que qué coño sabrá la gente sobre el vértigo si nunca han mirado al precipicio que esconden sus ojos. ni nadie más me ha visto caer sobre el viento como ella. casi brisa.

y después de todo, la cabeza fría
aunque el corazón me arda.

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