me apetece hablar de la niña que dejó de llorar durante mucho tiempo. a ella siempre le gustaba vivir al límite. lo quería todo ya y todo ahora. y morirse de ganas queriendo vivir para quitárselas. y hoy la niña que dejó de llorar durante mucho tiempo ha vuelto a hacerlo, esta vez, coincidiendo con el buen tiempo sureño. a ella le vienen olores que dan vida a todas las mariposas que tuvo un día en su estómago. y los sueños indigestos se le repiten por la mañana. le faltan dedos con heridas que cicatrizar de tanto pasar página. y ahí sigue la tía valiente, pensando que los lunes son el mejor día de la semana después de los domingos melancólicos.
la niña que dejó de llorar ahora se ha despersonalizado y evade los sentimientos, porque un día alguien le dijo que implicarse poco puede evitar el sufrimiento.
pero hasta qué punto merece la pena perder sensaciones por minimizar un daño inevitable.
hasta qué punto.
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