el número dos siempre había sido mi número favorito, hasta que por orden directa del calendario coincidió con el 2013. y ésto es como el huevo y la gallina, no sé quién ha sido antes ni cuál ha sido peor. podría dejarme llevar por las supersticiones y deducir que este año se ha tornado caótico por el número que le da nombre, excusándome en ello y seguir así manteniendo al dos en el puesto número uno.
el dosmiltreceveintidós ha sido resúmenes de canciones de todo tipo, de ciudades diferentes y a la vez encantadoras, de personas que tal como llegaron se fueron -unas en avión, otras en tren y otras sin avisar-, algunas que aún continúan aquí. y otras que ya no están pero siguen en mí. y el frío de la bota dejó paso al buen tiempo y con ello a aeropuertos con sus vértigos hacia el norte de Europa, para luego acabar en el sur de Italia. las despedidas y las llegadas con calor y mi ciudad favorita. la ausencia de personas. y empiezan todas las imágenes a resbalarse por mi espalda, cayendo yo con ellas. fui cruel conmigo desde el momento uno en que no supe llevar la situación, ni el olvido, ni la distancia. y apareció la famosa ayuda en forma de persona que me fue sacando del hoyo que me había cavado cada vez que iba a la playa. y cuando consigo pasar la primera montaña le pierdo a él. y todo el mundo me usa de salvavidas, y acabo salvándoles todas y cada una de ellas. pasa el tiempo, la mala suerte se torna buena y huímos a otro continente a bebernos la fruta en pajitas de colores. y como todo lo bueno siempre acaba, acabó más pronto de lo esperado. y un bofetón de frío y realidad me dio en toda la cara al aterrizar, en la puta capital. y otra vez cuesta arriba. y ahora le pierdo a ella. y vuelvo a convertirme en la socorrista de la historia. y comienza de nuevo otra etapa, a finales de año -cuando normalmente siempre es al comienzo-. sí. me sigo acordando de ti, de él, de ella, de nosotras, de vosotros y de ellos. y pido perdón a todo el que haya sufrido sin motivos mi dosmiltreceveintidós particular, así como agradecerles a los mismos el oxígeno proporcionado para sacarme a flote.
por fin se acaba.
y me inunda, sin embargo, la tristeza.
triste, más triste que ninguna.
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