14 de marzo de 2013


tienes razón en eso que dices que existen personas esquivas al cariño, y más aún cuando les pillas en un momento de sus vidas en los que, realmente, no saben cómo dejarte entrar entre tanto muro construido.  y ella era una de esas personas. la felicidad corría detrás de sus rizos con mis vans de leopardo blanco y negro, pero siempre me quedaba atrás, pisándole los talones. un día decidió coger un avión esperando verme en la pista de despegue, pero claro, yo no fui capaz de presentarme en el aeropuerto. ni en la puerta de embarque. creo que no es necesario decir que tuve que atarme de manos y pies a la silla de mi cocina para no salir en su busca. y justo cuando las azafatas de pelo repeinado comenzaron su rutina habitual flexionando brazos y manos, justo cuando el piloto encendió el motor y dejó correr las ruedas por el asfalto mojado, se percató de lo cerca que pude estar de hacerla feliz y lo lejos que ella estuvo de habérmelo consentido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario