17 de abril de 2012

¿se puede enamorar alguien de una ciudad tan fría?
de unos ojos que se encuentran entre pintadas en el suelo y carteles con neones fundidos. de dedos que tropiezan con bolsillos ajustados. del sabor que tiene el frío en nuestra garganta. de la lluvia que nos interrumpe la noche regalándonos la vida. y preguntarme a mí misma el porqué no un día más, una hora más. el querer seguir rellenando huecos de mi tiempo con carcajadas cómplices, siempre un paso más allá de la alegría.
y salen brazos desde todos los puntos de nuestro cuerpo. salen manos con garras elásticas que nos rodean la cabeza, el pecho y el alma. nos fundimos en un solo eje. nos invade un idioma lleno de las letras que no solemos usar del alfabeto. y nos dejamos caer calle abajo hasta el primer autobús verde que nos encontramos.

que ahora todos mis días se han convertido en dar vueltas
por mi casa con una sudadera talla L
que, inevitablemente, huele a ti, y no me explico cómo.
en tumbarme en una cama demasiado grande para lo chica que antes era. mis horas se han reducido a punzadas en el corazón cada vez que escucho el sonidito del ordenador, y he acabado odiando a los putos píxeles que no me dejan verte a veces.


que si no apareces ahora
seguiré agarrándome a la idea de que
mañana sea el día en que sí lo hagas.

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