que veíamos todo rojo y el cielo estaba gris oscuro. y dentro de mi pecho se ahogaban las ansias por querer perderme y encontrar una calle con nuestros nombres. pronunciabas palabras que luego veía escritas en autobuses grandes de dos plantas.
y te intentaba imitar tanto (y tan mal) que acabábamos por regalarnos los dientes entre tanta sonrisa.
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