2 de mayo de 2011


empezamos como dos cometas, despacio. ascendiendo hasta volar alto, o por lo menos, lo más alto posible para escapar de las manos de los críos. pero enseguida nos volvimos rápido. dábamos vueltas de un lado a otro, atravesando la luz en el cielo y las nubes que se dibujaban en un azul oscuro. girábamos sobre el eje de la tierra, riéndonos tú, yo y el pellizco en la tripa. intentando escabullir del vértigo que daba estar tan alto contigo y tener la sensación de caer. y movíamos los brazos, el torso y los pies para no descender. íbamos tan rápido como el otoño en el mes de noviembre, las montañas rusas, y una cerveza fría con sabor a ti. volábamos por encima de los edificios y lejos de todo. y entonces perdimos la noción del tiempo, del cielo, del suelo, de ti y de mí. no sabíamos donde estaba la línea que separaba el mar de las nubes, tu hilo de mi brida o tu boca de mi sonrisa.

y todas las cometas que volábamos, pensábamos que volarían para siempre. pensábamos que volaríamos para siempre. y estábamos en lo cierto. porque desde que te conozco no he puesto los pies en el suelo.

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